¿Alguna vez habéis acudido a un Teatro o Auditorio? Es fascinante lo que puedes llegar a encontrarte.
El pasado fin de semana acudí al Auditorio con una amiga y como llegué antes la esperé sentada en las escaleras de dicho monumento. Y ¿sabéis? Lo que vi mientras esperaba era increíble. Gente de todas las edades, especialmente mayores, y de todas las etiquetas. Era simpático ver como se asomaban por esas escaleras mujeres con pieles de abrigo y taconazos; otras con su chaqueta elegante de noche; otras con su pañuelo y abrigo diario... Y un sin fin. Y hombres también: unos con trajes de gala, otros con pajarita, otros con su bastoncito bien elegante, otros con sus chaquetas, otros con su gabardina... Y jóvenes estudiantes bien vestidos pero no pueden faltar las AllStars. Esperaba encontrarme arte dentro del Auditorio, pero a decir verdad encontré arte también fuera: la gente era Arte. Y me sorprendía tanta elegancia sobre todo porque estamos en una isla, que no quiero decir que aquí no lo seamos, pero ¡ole! Era como un desfile improvisado.
El gran acto de la noche era la Orquesta Sonfónica de Tenerife por lo que había gente que no sabía de música pero le gustaba escucharla y otras que si sabían de ese arte, ya sea porque fueran estudiantes, profesionales o estuvieran especializados en ello de alguna manera. Lo curioso de esto es que yo creo que se notaba quien era esa clase de gente (aunque no debemos olvidar que las apariencias engañan). Recuerdo haber visto a un hombre ya entrado en edad, con traje elegante, sino recuerdo mal con pajarita, grandes gafas redondas y pelo blanco, bien cortado. Lo más simpático de ese hombre era su bigote, bien peinadito y terminado en punta, casi haciendo dos ligeras olas. No pude evitar pensar que ese hombre, por su peculiar aspecto, podía ser un profesor o especializado en música. Otra de las cosas más curiosas de esa noche sentada en las escaleras, era el ver las diferentes clases sociales simplemente por la vestimenta o forma de caminar. "Y qué más da"-pensé, pues no importa lo rico que seas ni la ropa que lleves, todos, al fin y al cabo, terminamos siendo iguales y lo mejor de esa noche es que TODOS compartiríamos una preciosa actuación de músicos, TODOS nos sumergeríamos en un sin fin de notas, sonidos, melodías... TODOS íbamos a compartir un mismo momento y en ese instante daba igual a que clase social pertenecieras pues le darías la misma sonrisa de emoción tanto al de tu derecha de abrigo de piel como al de tu izquierda con zapatillas de playa. Todos habíamos pensado en comprar las entradas para ese concierto. Por lo demás, la noche fue preciosa, un gran concierto.
P.D.: no olvidéis que lo importante no es el abrigo que uses, sino la emoción que le pones.
El pasado fin de semana acudí al Auditorio con una amiga y como llegué antes la esperé sentada en las escaleras de dicho monumento. Y ¿sabéis? Lo que vi mientras esperaba era increíble. Gente de todas las edades, especialmente mayores, y de todas las etiquetas. Era simpático ver como se asomaban por esas escaleras mujeres con pieles de abrigo y taconazos; otras con su chaqueta elegante de noche; otras con su pañuelo y abrigo diario... Y un sin fin. Y hombres también: unos con trajes de gala, otros con pajarita, otros con su bastoncito bien elegante, otros con sus chaquetas, otros con su gabardina... Y jóvenes estudiantes bien vestidos pero no pueden faltar las AllStars. Esperaba encontrarme arte dentro del Auditorio, pero a decir verdad encontré arte también fuera: la gente era Arte. Y me sorprendía tanta elegancia sobre todo porque estamos en una isla, que no quiero decir que aquí no lo seamos, pero ¡ole! Era como un desfile improvisado.
El gran acto de la noche era la Orquesta Sonfónica de Tenerife por lo que había gente que no sabía de música pero le gustaba escucharla y otras que si sabían de ese arte, ya sea porque fueran estudiantes, profesionales o estuvieran especializados en ello de alguna manera. Lo curioso de esto es que yo creo que se notaba quien era esa clase de gente (aunque no debemos olvidar que las apariencias engañan). Recuerdo haber visto a un hombre ya entrado en edad, con traje elegante, sino recuerdo mal con pajarita, grandes gafas redondas y pelo blanco, bien cortado. Lo más simpático de ese hombre era su bigote, bien peinadito y terminado en punta, casi haciendo dos ligeras olas. No pude evitar pensar que ese hombre, por su peculiar aspecto, podía ser un profesor o especializado en música. Otra de las cosas más curiosas de esa noche sentada en las escaleras, era el ver las diferentes clases sociales simplemente por la vestimenta o forma de caminar. "Y qué más da"-pensé, pues no importa lo rico que seas ni la ropa que lleves, todos, al fin y al cabo, terminamos siendo iguales y lo mejor de esa noche es que TODOS compartiríamos una preciosa actuación de músicos, TODOS nos sumergeríamos en un sin fin de notas, sonidos, melodías... TODOS íbamos a compartir un mismo momento y en ese instante daba igual a que clase social pertenecieras pues le darías la misma sonrisa de emoción tanto al de tu derecha de abrigo de piel como al de tu izquierda con zapatillas de playa. Todos habíamos pensado en comprar las entradas para ese concierto. Por lo demás, la noche fue preciosa, un gran concierto.
P.D.: no olvidéis que lo importante no es el abrigo que uses, sino la emoción que le pones.