El momento en el que tienes tus primeros pinceles. El momento en el que tienes tus primeras pinturas. El momento en el que tienes tu primer lienzo. El momento en el que tienes tu primera paleta. El momento en el que dices "¿y ahora qué hago con esto?" Porque sientes miedo a que no salga lo que quieres que salga, sientes miedo al rechazo, a las malas críticas, a dejar un lienzo sucio... Pero si no lo intentas, ¿qué consigues? Nada. Así que toca el momento en el que te echas hacia delante porque lo importante no son los demás, si no tú. Lo que a ti te gusta, lo que a ti te transmite, tus sensaciones, tus emociones... Lo demás, es secundario. Coges esa nueva paleta y la llenas de colores con una cierta pena que te da mancharla por lo nueva que está pero, con el tiempo, consigues justo lo que hay en la foto: color. Y no te desagrada, te encanta, te llena. Y quieres más y más color, oscuros o claros, que más da, tiene que haber color y surgen distintas formas, olas de color, relieves de color, mezclas de colores inimaginables... Nunca imaginaste que esa paleta que tanto miedo te daba usar, consiguiera tener vida, y eres tu quien se la ha dado. Te sientes bien al arriesgarte a manchar el lienzo, al pintar eso que dibujaste. Si, que gran experiencia. Tranquilidad, libertad, expresión. El miedo se va esfumando y con el tiempo encuentras un estilo, una manera de expresarte, una manera de despejarte del mundo entero y entrar en el tuyo propio. Has pasado de intentarlo a hacerlo, gran paso, y te encanta. Y cada vez que abres tu kit de pintura y vez esa paleta colorida, sonríes, y piensas "de nuevo tu y yo para llenar algo de color. ¿El qué? No lo sé, vamos a descubrirlo". Ese momento en el que el mundo es tuyo y nadie mas que tu puede entenderlo.
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