En este post de hoy quiero escribir algo especial porque hoy será mi último día aquí, no sé si temporalmente o definitivamente, pero por el momento será el último y quiero dejarlo, como ya he dicho, con algo especial.
Hace aproximadamente tres años se realizó un festival en el pueblo donde por entonces vivía. Si no recuerdo mal una amiga le habló de mí a quien organizaba el evento, así que decidí presentarme con mi violoncello. No sé de dónde saqué el valor para lo mal que tocaba, pero lo hice. Por aquel entonces, salía con un chico que tocaba en un grupo que también participaba en el festival. El festival se dividía en varios escenarios y su grupo tocaba a la par que yo. Me entristecía que él no pudiera verme tocar, pero me llevé una grata sorpresa que me llevó a escribir algo que quisiera compartir aquí:
"A penas quedaba gente en aquel festival pero sus ansias de tocar y su valor no le impidieron seguir. Fue en su último momento, cuando tocaba uno de los Minuett de Bach, que en un momento de su vida dedicó a su padre, cuando, tras levantar la mirada del arco, se encontró ante el público, justo en frente de ella, a él. El hombre que más quería en esta Tierra se encontraba observándola, escuchando los últimos momentos de su amada. Sus ojos se iluminaron ante su sorpresa, de alegría y emoción. Sus últimos compases los terminó sin dejar de mirarle"
Y así fue. Resultó que su grupo terminó a tiempo, y no dudó ni un instante en ir a verme, aunque fueran los últimos segundos. Fue una gran sorpresa. Recuerdo que en el momento en el que toqué a penas había gente, ya empezaban a marcharse, y me resultaba decepcionante tener que tocar en esas circunstancias, aunque pensé "bueno, para la manera en que toco, casi mejor así". Al final valió la pena, no sólo por lo que habéis leído, sino porque además, cuando terminé de tocar y andaba mirando las demás actuaciones, una mujer me paró y me dijo:
- Eras tú la que tocaba el violoncello, ¿verdad?
- Si
- Pues que sepas que me ha gustado mucho.
Me quedé de piedra. "Pues no lo haré tan mal"-pensé. Me hizo sacar una sonrisa, después de la ausencia de tanta gente, hubo a una desconocida que le gustó lo que hacía.
Esta experiencia valió la pena por varios motivos: ese chico pudo llegar a verme; a una mujer desconocida le gustó lo que toqué; llegué a tocar para varias personas aun viendo que se marchaban; y, lo mejor de todo para mí, que esto me llevó a escribir esas pequeñas líneas. Esa experiencia me llevó a la inspiración. Inspiración escrita como yo le digo.
Bueno héroes y heroínas, espero que tengáis un buen domingo y que este post os diga algo. No dejéis de entrenaros en aquello que más queréis.
Hace aproximadamente tres años se realizó un festival en el pueblo donde por entonces vivía. Si no recuerdo mal una amiga le habló de mí a quien organizaba el evento, así que decidí presentarme con mi violoncello. No sé de dónde saqué el valor para lo mal que tocaba, pero lo hice. Por aquel entonces, salía con un chico que tocaba en un grupo que también participaba en el festival. El festival se dividía en varios escenarios y su grupo tocaba a la par que yo. Me entristecía que él no pudiera verme tocar, pero me llevé una grata sorpresa que me llevó a escribir algo que quisiera compartir aquí:
"A penas quedaba gente en aquel festival pero sus ansias de tocar y su valor no le impidieron seguir. Fue en su último momento, cuando tocaba uno de los Minuett de Bach, que en un momento de su vida dedicó a su padre, cuando, tras levantar la mirada del arco, se encontró ante el público, justo en frente de ella, a él. El hombre que más quería en esta Tierra se encontraba observándola, escuchando los últimos momentos de su amada. Sus ojos se iluminaron ante su sorpresa, de alegría y emoción. Sus últimos compases los terminó sin dejar de mirarle"
Y así fue. Resultó que su grupo terminó a tiempo, y no dudó ni un instante en ir a verme, aunque fueran los últimos segundos. Fue una gran sorpresa. Recuerdo que en el momento en el que toqué a penas había gente, ya empezaban a marcharse, y me resultaba decepcionante tener que tocar en esas circunstancias, aunque pensé "bueno, para la manera en que toco, casi mejor así". Al final valió la pena, no sólo por lo que habéis leído, sino porque además, cuando terminé de tocar y andaba mirando las demás actuaciones, una mujer me paró y me dijo:
- Eras tú la que tocaba el violoncello, ¿verdad?
- Si
- Pues que sepas que me ha gustado mucho.
Me quedé de piedra. "Pues no lo haré tan mal"-pensé. Me hizo sacar una sonrisa, después de la ausencia de tanta gente, hubo a una desconocida que le gustó lo que hacía.
Esta experiencia valió la pena por varios motivos: ese chico pudo llegar a verme; a una mujer desconocida le gustó lo que toqué; llegué a tocar para varias personas aun viendo que se marchaban; y, lo mejor de todo para mí, que esto me llevó a escribir esas pequeñas líneas. Esa experiencia me llevó a la inspiración. Inspiración escrita como yo le digo.
Bueno héroes y heroínas, espero que tengáis un buen domingo y que este post os diga algo. No dejéis de entrenaros en aquello que más queréis.