No hace falta que nos ocurran desgracias para darnos
cuenta si queremos cambiar el rumbo de nuestras vidas.
cuenta si queremos cambiar el rumbo de nuestras vidas.
En la cultura de la responsabilidad que andamos inmersos, nos educan a reorganizar nuestros planes una y otra vez. Y nos encontramos en un dilema como el tic tac de un reloj dónde resuena en nuestra mente un “ahora sí o ahora no“. Pero siempre hay algo que nos rompe por completo el esquema que llevábamos meditando durante años. Esto, para que nos entendamos, me recuerda cuando un amigo desde muy pequeño quería ser abogado. Estuvo todo la ESO imaginándose en juicios, paso bachiller y la PAU con la firme idea y consiguió su objetivo, se matriculó en primero de la licenciatura en derecho. Y...no duró el primer cuatrimestre.
Este chico, ni se pensó dos veces el seguir estirando esta situación agonizante. Vale que era lo que siempre había querido, pero no en ese modo. Decidió cambiar, eligió otra carrera y ahora se encuentra muy contento con ello.
Esta reflexión, de fondo a mi me generó un cambio importante, concretamente, lo resumo en que nada es tan importante como para desilusionarnos y que no aferrarnos a una idea.