Es evidente. La vida nos pone a prueba día tras día, segundo tras segundo, e irremediablemente, nos coloca entre la espada y la pared. Situaciones tan cotidianas como ponerme estos zapatos o los otros, hacer primero esto o aquello, etc. O situaciones más complejas como hacer lo que los demás esperan de mi o lo que yo quiero, seguir las reglas o romperlas,… Así, vamos tomando decisiones que conforman esas ramificaciones en el camino de la vida, que nos van formando como persona. Nos hacen ser más o menos reflexivos, impulsivos, pacientes, testarudos, constantes…
Todos, sin excepción alguna, hemos tenido que decidir, apostar, arriesgar. Pero si nos parásemos a pensar cuando éramos pequeños, nos daríamos cuenta de que ese miedo a lo que pudiera venir era mínimo. Casi inexistente.
Éramos soñadores que apostábamos por lo que creíamos. Teníamos fe. No sabíamos lo que era el miedo. Sin embargo, a medida que ha pasado el tiempo y nos hemos ido tropezando con alguna piedra en el camino, nuestro miedo a equivocarnos se ha ido apoderando de nosotros. Por eso hoy quiero lanzar un mensaje clave: ¡Combate ese miedo día a día!
Dicen que quien avisa no es traidor así que destaco algo importante: no será fácil acabar con él. Pero no es imposible siempre y cuando tú pienses que es posible, porque sólo tú vas a trazar la línea entre lo que puedes hacer y lo que no. Así que corre el riesgo de apostar y, si te equivocas, no te preocupes, no caerás más abajo del suelo y el levantarte será pan comido.
P.D.: No puedo marcharme sin antes dedicar unas palabras a una persona muy muy especial que mañana cumplirá años: Teté (en el post de “Lo que sucedió en el hospital” os hablé un poco de él). ¡Qué persona tan especial! Podría pasarme horas y horas hablando de él… sería un post que llegaría hasta el infinito y más allá. Sin embargo tengo que ser breve. Así que me gustaría decir que, si tuviera que volver a elegirte, lo haría sin dudarlo un segundo porque yo apuesto por ti. Espero seguir celebrando muchos cumpleaños más. Siempre más y mejor aún si se puede. Sea en el idioma que sea… Wo ai ni, Hoo thuay prem karoo choo, Szeretlek, Bahibak, Jag alskar dig, Je t’aime, I love you,… Te quiero.
Todos, sin excepción alguna, hemos tenido que decidir, apostar, arriesgar. Pero si nos parásemos a pensar cuando éramos pequeños, nos daríamos cuenta de que ese miedo a lo que pudiera venir era mínimo. Casi inexistente.
Éramos soñadores que apostábamos por lo que creíamos. Teníamos fe. No sabíamos lo que era el miedo. Sin embargo, a medida que ha pasado el tiempo y nos hemos ido tropezando con alguna piedra en el camino, nuestro miedo a equivocarnos se ha ido apoderando de nosotros. Por eso hoy quiero lanzar un mensaje clave: ¡Combate ese miedo día a día!
Dicen que quien avisa no es traidor así que destaco algo importante: no será fácil acabar con él. Pero no es imposible siempre y cuando tú pienses que es posible, porque sólo tú vas a trazar la línea entre lo que puedes hacer y lo que no. Así que corre el riesgo de apostar y, si te equivocas, no te preocupes, no caerás más abajo del suelo y el levantarte será pan comido.
P.D.: No puedo marcharme sin antes dedicar unas palabras a una persona muy muy especial que mañana cumplirá años: Teté (en el post de “Lo que sucedió en el hospital” os hablé un poco de él). ¡Qué persona tan especial! Podría pasarme horas y horas hablando de él… sería un post que llegaría hasta el infinito y más allá. Sin embargo tengo que ser breve. Así que me gustaría decir que, si tuviera que volver a elegirte, lo haría sin dudarlo un segundo porque yo apuesto por ti. Espero seguir celebrando muchos cumpleaños más. Siempre más y mejor aún si se puede. Sea en el idioma que sea… Wo ai ni, Hoo thuay prem karoo choo, Szeretlek, Bahibak, Jag alskar dig, Je t’aime, I love you,… Te quiero.