Pues bien, autores relevantes en este tema hablan de una serie de derechos que debe poseer toda persona asertiva. Muchos de ellos podemos pensar que “son de cajón” aunque quizás el problema está en que no siempre los cumplimos (a bien nosotros con respecto al resto o viceversa). Por ejemplo, el derecho a ser tratado con respecto y dignidad, a tener y expresar lo que sentimos y pensamos, a sentirnos verdaderamente escuchados, a disfrutar, cambiar y tomar decisiones.
Pero también tenemos derecho a equivocarnos y asumir las consecuencias de nuestros errores, a decidir sobre los aspectos de nuestra vida (sin que eso sobrepase los derechos de otros), a pedir algo aún sabiendo que me pueden decir “NO” (de igual manera que yo lo puedo hacer), a ser independiente, a no sentirme culpable, a marcarme mis prioridades en la vida e inclusive, a poder decidir cuando no ser asertivos (puesto que no siempre podemos ser asertivos).
Pero, no te preocupes si te das cuenta de que en tu caso no se cumplen esos derechos. Comienza a trabajarlos. Ten en cuenta que un héroe o heroína no se forma de la noche a la mañana, sino que requiere de un esfuerzo en trabajar conmigo mismo para ser mañana mejor que hoy, y hoy mejor que ayer.
De igual manera que en EPH tenemos un decálogo, la asertividad también tiene el suyo propio. Este es nuestro Decálogo de la Asertividad:
- Parte del principio de que la asertividad no es un estado permanente.
- Quiérete y cree en ti. Cuida tu autoestima. Permite que los demás te respeten.
- Realiza autocrítica. Analiza tus niveles de asertividad. Recordando que siempre se puede dar un paso más al frente, a la mejoría personal.
- Expande tu asertividad. Si no eres asertivo/a en un ámbito, aplica las mismas estrategias que usas en aquellos ámbitos en los que eres asertivo/a.
- Muestra como te sientes en cada momento. Tanto si estás cariñoso como si estás triste o enfadado. No fijas. Sentir es humano.
- Ser asertivo no es ser agresivo. La agresividad supone invadir los derechos del otro. La asertividad sabe ver los límites.
- Antes de hablar, reflexiona sobre cómo transmitir lo que quieras decir. La forma de decir las cosas supone un punto importante en la comunicación.
- Exprésate teniendo en cuenta que no siempre es el momento, ni el lugar, y a quién te diriges. Hay que saber adaptarse.
- No trates de convencer a los demás de que tu idea es la más válida. Ten en cuenta de que lo que nosotros vemos, no lo tiene porqué ver necesariamente el otro.
- No te escudes en lo que “no puedes hacer”. No hay excusas posibles. No olvides que tus límites están donde tu los pongas. Y si caes, no te preocupes, el suelo está ahí para permitirte coger impulso.
- Supérate día tras día. Establece metas a corto y largo plazo y mantenlas como tu fin último.
Así que… ¡ahora solo queda llevar a la práctica estos contenidos! Porque igual que aprendemos a montar en bici o a escribir, podemos aprender a ser asertivos/as. ¡A la carga!
P.D: A continuación encontraréis algunas imágenes que pueden ser representativas a la hora de entender mejor la asertividad y todos los aspectos tratados al respecto.