Me contaba el otro día Lidia (este nombre no es el real para que siga su anonimato).
“... he caído en quejas injustificadas, en lamentos que no llegan a ningún lado. En algún momento he sido deshonesta con mis principios, he decidido quedarme en la cama y posponer las tareas pendientes, he callado en situaciones que debería haber hablado, y viceversa. He tenido prisa en situaciones que no se pueden forzar, he descargado en personas las injusticias que me han creado otras, he contaminado mi mente de recuerdos negativos y la he saturado con futuros que no llegarán. Y una vez, que he sido consciente de ello, he intentado vencerlo porque me he dado cuenta que me he complicado la vida, sobretodo cuando me pasan situaciones límites en la vida, que verdaderamente me demuestran que llevo mucho tiempo complicándote la vida, sin ni siquiera valorar, eso mismo, que puedo vivir“.
¿Y tú, te has complicado la vida?
“... he caído en quejas injustificadas, en lamentos que no llegan a ningún lado. En algún momento he sido deshonesta con mis principios, he decidido quedarme en la cama y posponer las tareas pendientes, he callado en situaciones que debería haber hablado, y viceversa. He tenido prisa en situaciones que no se pueden forzar, he descargado en personas las injusticias que me han creado otras, he contaminado mi mente de recuerdos negativos y la he saturado con futuros que no llegarán. Y una vez, que he sido consciente de ello, he intentado vencerlo porque me he dado cuenta que me he complicado la vida, sobretodo cuando me pasan situaciones límites en la vida, que verdaderamente me demuestran que llevo mucho tiempo complicándote la vida, sin ni siquiera valorar, eso mismo, que puedo vivir“.
¿Y tú, te has complicado la vida?