En un bar cualquiera, de una ciudad cualquiera, a una hora cualquiera, se encuentra Noelia. Es una chica normal con aficiones normales: le gusta quedar con sus amigas; ver a su pareja; charlas con su padre, madre y hermano; motivarse con proyectos de futuro; disfrutar de los días en la playa y las noches en el campo; ir al cine; escuchar su canción favorita hasta que deje de gustarle y encuentre otra; hacer deporte y muchísimas más actividades comunes en la sociedad.
La sociedad…ya no recuerda que es la sociedad, pero volvamos al bar donde empezamos.
Noelia está sentada en su mesa preferida, con sus mejores amigos y amigas, están tan apretados que se incomodan entre ellos y ellas cada vez que se van a mover, pero no les importa o eso parece.
Noelia, a pesar de estar rodeada de aquellos y aquellas con los que comparte la vida, no se da cuenta de nada; Noelia ya no es esa chica enérgica, saludable y sociable que era antes; Noelia no se da cuenta de quienes están a su alrededor y si es así, no lo parece. No levanta la cabeza; no habla, de su boca solo salen intentos de palabras que quedan en la nada; no los mira.
Noelia no lo sabe, pero esta muert……
No, no es una historia de zombis, es una historia que aunque nos cueste creerlo, es real. Cada día somos testigos de cómo nos convertimos en esos seres con un cerebro pero que lo utilizan muy poco, solo para lo básico, comer y si se puede, dormir (en nuestro caso).
¿Por qué pasa esto?
Hora de reflexionar.
La sociedad…ya no recuerda que es la sociedad, pero volvamos al bar donde empezamos.
Noelia está sentada en su mesa preferida, con sus mejores amigos y amigas, están tan apretados que se incomodan entre ellos y ellas cada vez que se van a mover, pero no les importa o eso parece.
Noelia, a pesar de estar rodeada de aquellos y aquellas con los que comparte la vida, no se da cuenta de nada; Noelia ya no es esa chica enérgica, saludable y sociable que era antes; Noelia no se da cuenta de quienes están a su alrededor y si es así, no lo parece. No levanta la cabeza; no habla, de su boca solo salen intentos de palabras que quedan en la nada; no los mira.
Noelia no lo sabe, pero esta muert……
No, no es una historia de zombis, es una historia que aunque nos cueste creerlo, es real. Cada día somos testigos de cómo nos convertimos en esos seres con un cerebro pero que lo utilizan muy poco, solo para lo básico, comer y si se puede, dormir (en nuestro caso).
¿Por qué pasa esto?
Hora de reflexionar.