Pensé, ¡qué tontos somos por no decir o expresar aquello que se encuentra en el fondo de nuestro corazón!. Aquello que todos sabemos que sentimos pero que no lo dejamos aflorar por excusas absurdas como el miedo o el tiempo. Siempre mirando cómo nos ven los demás (no ser demasiado cariñoso, por ejemplo) y teniendo que depender de un tiempo que sabemos que nunca va a parar. ¡Con lo fácil que es recordar a nuestros seres queridos lo importante que son para nosotros!. Basta tan sólo dos, tres, cuatro o a lo sumo cinco palabras o un potente sentimiento que condense todo ello. ¿Por qué esperar a que pase algo para actuar? ¿Y si cuando queramos actuar sea ya demasiado tarde?
El tiempo no se detiene. Hoy estamos aquí. Dentro de media hora… nadie lo sabe. Así que no dejes que el miedo te paralice. Ni el miedo al rechazo, a lo que piensen los demás, a sentir más que el otro,… Lucha con el miedo y supéralo.
Digámosle a nuestra gente lo mucho que nos importan acompañado siempre del sentimiento más puro sin esperas. Porque sin miedos ni relojes la vida sabe mejor.