Quizás todos los acontecimientos que desembocaron a que decidiera que mi vida debía dar un giro de 180º empezaron mucho antes de lo que yo misma creía.
Todo empezó el 6 de marzo, día en el que apagué mi último cigarro y tomé la decisión de no volver a cogerlo nunca más. Fue un proceso complicado, duro y muchas veces creí que ya no podía más, pero hoy sé que cuando uno dice que no puede más, aún le queda mucho aguante por delante.
Como todo el mundo sabe, el dejar de fumar lleva consigo un aumento considerable del peso, y yo, que era una persona sedentaria, no iba a ser menos. En el plazo de 3 meses cogí 11 kilos, kilos que se sumaron al sobrepeso que ya tenía, llegando a pesar más que nunca en mi vida.
El problema no solo era el sobrepeso, padezco de lo que se conoce como “resistencia a la insulina”, por lo que debía llevar una “vida de diabética”, y por supuesto no la llevaba. El punto de inflexión para mí llegó a principios de junio cuando mis niveles de azúcar en sangre se dispararon y la única solución era o cambiar mi estilo de vida o comenzar a pincharme insulina. Y así fue como el día 9 de Junio me levanté, me miré en el espejo y me dije a mi misma que tenía que coger las riendas de mi vida, cambiarla y hacer algo que realmente me realizara y me hiciera sentir bien.
Lo siguiente que hice fue vestirme coger las llaves del coche e ir a apuntarme al gimnasio, fue algo más bien impulsivo y poco meditado, porque al día siguiente cuando me levanté para ir me quería morir de la vergüenza, y digo esto porque sé que muchas personas han compartido o comparten el mismo sentimiento que yo tuve ese día. Y ahora les digo, que solo por el simple hecho de llegar hasta ahí eres más valiente de lo que crees, y ya con enfrentarte a todos esos miedos y empezar es una de las batallas más importantes que vas a ganar, así que por mucho que te cueste, no dejes de intentarlo.
He de reconocer que el primer día lo pasé mal, sufrí, me costó y encima me sentía fuera de lugar. Ya lo del día siguiente ni se iguala, lo digo por las horribles agujetas que tenía, pero aún así, yo volví a ir. Y he de reconocer, sin quitar mérito a nadie, que ese día fue totalmente diferente, sobre todo gracias a la comprensión y a la amabilidad de la monitora de ese día, quien sin saberlo hizo que, por muchas agujetas que tuviera, quisiera volver al día siguiente.
Así fue como todo empezó, como yo sin saberlo estaba comenzando un viaje que cambiaría mi vida por completo, y que haría que empezara a sentir la pasión que hoy siento por el deporte.
Han sido 4 meses muy duros, llenos de horas de trabajo, de dolor, de sudor, y de mucho esfuerzo. Han sido 4 meses en los que he tenido que cambiar mi vida por completo, dejar, como digo yo, “el disco duro en blanco” y volver a aprender todo de nuevo. En estos últimos meses he tenido que hacer frente a mi relación con la comida, y he tenido que aprender a comer dentro de las “restricciones” que tenemos los diabéticos, que en realidad no son restricciones en sí, es simplemente comer sano. Y no solo eso, he tenido que enfrentarme a las consecuencias de no haber empezado a cuidarme antes, mi poco cuidado con mi azúcar he llevado a que ahora tenga una intolerancia a la lactosa, lo que hizo que tuviera que volver a dejar “el disco duro en blanco” de nuevo y volver a establecer otra relación con mi alimentación.
Por supuesto, no puedo dejar atrás el que, para mí, ha significado uno de los cambios más importantes de mi vida, el deporte. Que es como la brisa de aire fresco que entra por tu ventana en esos días de calor insoportable.
“El deporte es vida”, antes me reía de esta afirmación, y ahora no hay ni un solo día en el que yo no la diga, como no hay un solo día en el que no lo practique.
Muchas fueron las personas que no creyeron en mí, pero fueron muchas más las que me tendieron la mano y han ido a mi lado en este largo camino, familia, amigos, compañeras de gimnasio, monitoras. A estas últimas darles las gracias de todo corazón su forma de tratarme, de hablarme, de comprenderme, de animarme, de meterme caña, de explicarme las cosas con tanta paciencia, en realidad, les debo gran parte de todo lo logrado, y de lo que queda...
Cada día es un comienzo nuevo, un nuevo día en el que marcarte nuevos retos, de ver donde está tu límite e intentar llevarlo un poco más allá. Les digo esto, porque todo lo que quieras se consigue, yo, por ejemplo, me puse la meta de participar en una carrera de 4Km, el primer día aguanté 1:25 minutos corriendo en la cinta y no hice ni 300 metros, hoy me he pasado más de una hora corriendo en esa misma cinta y he llegado a los 6 Km. Así que no importa si al principio cuesta más de lo creías, lo importante es que lo sigas intentando, porque siempre se puede conseguir.
Creo que poco más me queda que decir, lo más importante de todo es que soy muy feliz, como nunca lo había sido. Y que este cambio que ha dado mi vida, espero y sé que será para siempre, porque una vez empiezas este largo camino el final no es la meta.
Todo empezó el 6 de marzo, día en el que apagué mi último cigarro y tomé la decisión de no volver a cogerlo nunca más. Fue un proceso complicado, duro y muchas veces creí que ya no podía más, pero hoy sé que cuando uno dice que no puede más, aún le queda mucho aguante por delante.
Como todo el mundo sabe, el dejar de fumar lleva consigo un aumento considerable del peso, y yo, que era una persona sedentaria, no iba a ser menos. En el plazo de 3 meses cogí 11 kilos, kilos que se sumaron al sobrepeso que ya tenía, llegando a pesar más que nunca en mi vida.
El problema no solo era el sobrepeso, padezco de lo que se conoce como “resistencia a la insulina”, por lo que debía llevar una “vida de diabética”, y por supuesto no la llevaba. El punto de inflexión para mí llegó a principios de junio cuando mis niveles de azúcar en sangre se dispararon y la única solución era o cambiar mi estilo de vida o comenzar a pincharme insulina. Y así fue como el día 9 de Junio me levanté, me miré en el espejo y me dije a mi misma que tenía que coger las riendas de mi vida, cambiarla y hacer algo que realmente me realizara y me hiciera sentir bien.
Lo siguiente que hice fue vestirme coger las llaves del coche e ir a apuntarme al gimnasio, fue algo más bien impulsivo y poco meditado, porque al día siguiente cuando me levanté para ir me quería morir de la vergüenza, y digo esto porque sé que muchas personas han compartido o comparten el mismo sentimiento que yo tuve ese día. Y ahora les digo, que solo por el simple hecho de llegar hasta ahí eres más valiente de lo que crees, y ya con enfrentarte a todos esos miedos y empezar es una de las batallas más importantes que vas a ganar, así que por mucho que te cueste, no dejes de intentarlo.
He de reconocer que el primer día lo pasé mal, sufrí, me costó y encima me sentía fuera de lugar. Ya lo del día siguiente ni se iguala, lo digo por las horribles agujetas que tenía, pero aún así, yo volví a ir. Y he de reconocer, sin quitar mérito a nadie, que ese día fue totalmente diferente, sobre todo gracias a la comprensión y a la amabilidad de la monitora de ese día, quien sin saberlo hizo que, por muchas agujetas que tuviera, quisiera volver al día siguiente.
Así fue como todo empezó, como yo sin saberlo estaba comenzando un viaje que cambiaría mi vida por completo, y que haría que empezara a sentir la pasión que hoy siento por el deporte.
Han sido 4 meses muy duros, llenos de horas de trabajo, de dolor, de sudor, y de mucho esfuerzo. Han sido 4 meses en los que he tenido que cambiar mi vida por completo, dejar, como digo yo, “el disco duro en blanco” y volver a aprender todo de nuevo. En estos últimos meses he tenido que hacer frente a mi relación con la comida, y he tenido que aprender a comer dentro de las “restricciones” que tenemos los diabéticos, que en realidad no son restricciones en sí, es simplemente comer sano. Y no solo eso, he tenido que enfrentarme a las consecuencias de no haber empezado a cuidarme antes, mi poco cuidado con mi azúcar he llevado a que ahora tenga una intolerancia a la lactosa, lo que hizo que tuviera que volver a dejar “el disco duro en blanco” de nuevo y volver a establecer otra relación con mi alimentación.
Por supuesto, no puedo dejar atrás el que, para mí, ha significado uno de los cambios más importantes de mi vida, el deporte. Que es como la brisa de aire fresco que entra por tu ventana en esos días de calor insoportable.
“El deporte es vida”, antes me reía de esta afirmación, y ahora no hay ni un solo día en el que yo no la diga, como no hay un solo día en el que no lo practique.
Muchas fueron las personas que no creyeron en mí, pero fueron muchas más las que me tendieron la mano y han ido a mi lado en este largo camino, familia, amigos, compañeras de gimnasio, monitoras. A estas últimas darles las gracias de todo corazón su forma de tratarme, de hablarme, de comprenderme, de animarme, de meterme caña, de explicarme las cosas con tanta paciencia, en realidad, les debo gran parte de todo lo logrado, y de lo que queda...
Cada día es un comienzo nuevo, un nuevo día en el que marcarte nuevos retos, de ver donde está tu límite e intentar llevarlo un poco más allá. Les digo esto, porque todo lo que quieras se consigue, yo, por ejemplo, me puse la meta de participar en una carrera de 4Km, el primer día aguanté 1:25 minutos corriendo en la cinta y no hice ni 300 metros, hoy me he pasado más de una hora corriendo en esa misma cinta y he llegado a los 6 Km. Así que no importa si al principio cuesta más de lo creías, lo importante es que lo sigas intentando, porque siempre se puede conseguir.
Creo que poco más me queda que decir, lo más importante de todo es que soy muy feliz, como nunca lo había sido. Y que este cambio que ha dado mi vida, espero y sé que será para siempre, porque una vez empiezas este largo camino el final no es la meta.