Crecemos y no olvidamos. Hoy día gran parte de las personas admiran a actores y actrices que ganan millonadas por interpretar un papel; a futbolistas que obtienen muchísima riqueza por jugar bien; a pilotos por conducir, etc. ¿Qué tienen en común? Que se les idolatra y considera héroes y heroínas simplemente por realizar bien su trabajo.
Por eso el título de este post, Gigantes con pies de barro.
¿Queréis saber que es un héroe o heroína de verdad? No es aquella persona que gana millonadas y se hace la foto para quedar guay, no es ese político con una cara oculta, no es ese líder religioso que defiende un sistema imparcial.
Una mujer a la que se le diagnostica cáncer de mama y lucha día a día contra las náuseas, los vómitos y el miedo a morir, es una heroína.
Un chico que padece esclerosis múltiple, enfermedad sin cura, y realiza uno de los triatlones más duros del mundo, es un héroe.
Una chica que sufre cáncer de ovarios y al poco tiempo realiza una maratón, es una heroína.
Un chico diabético que recorre más de 600 kilómetros en bicicleta por el Sahara en una de las pruebas más intensas del mundo, es un héroe.
Todas esas personas que día a día luchan contra enfermedades mentales y físicas; contra todo tipo de injusticias (económicas, sociales, políticas, etc.); contra el hambre y la pobreza; contra la discriminación por raza, sexo, creencias, etc. Todos y todas son héroes y heroínas.
Por lo que, a nivel totalmente personal, no me gustan los gigantes con pies de barro, me encantan los héroes y heroínas de carne y hueso.
No quiero irme sin dejaros una frase de ese chico con esclerosis múltiple:
“Yo tengo una enfermedad crónica degenerativa incurable que suena fatal y vengo a deciros que vosotros también la tenéis, se llama vivir […] No esperéis que le pongan apellido a esto, disfrutad y cuando nos saquen la roja [tarjeta] que nos quiten lo bailado”
PD: A continuación os dejo un pequeño gran ejemplo de superación, como este hay miles.